Sumando los sueldos, las jubilaciones, las pensiones, los ingresos de todo tipo y las ayudas estatales, el 40 por ciento de la población del país –unos 16 millones de chicos, jóvenes, adultos o ancianos– disponen de menos de 800 pesos para gastar por mes o solo hasta $ 27 por día.
Los datos –proyectados a todo el país- corresponden a la última Encuesta Permanente de Hogares, del cuarto trimestre de 2010, que marcan que en esos hogares de menores recursos vive más gente y entonces hay menos dinero para gastar entre más personas.
Así, por ejemplo, en el 30 por ciento de los hogares más pobres del país vive el 40% de la población , que recibe el 14,2% de los ingresos totales.
En cambio, en el 30 por ciento de las viviendas más ricas la población apenas supera el 21% y se lleva un poco más de la mitad de la torta.
Eso lleva que los que integran el 10% más rico, en promedio, puedan gastar 20 veces más que cada integrante del 10% más pobre.
A partir de estas cifras, y según la vara de los precios de los bienes alimenticios básicos, se determina el nivel de indigencia y de pobreza.
Si se consideran las mediciones del INDEC, solo alrededor del 10% de la población sería pobre.
Pero si se tienen en cuenta los cálculos alternativos de precios que hacen los encuestadores privados, la pobreza podría rondar el 25 por ciento y en algunos casos llega a hasta el 30 por ciento de la población.
Por ejemplo, según el INDEC una familia tipo (matrimonio y dos hijos) no sería pobre si tiene ingresos mensuales por encima de 1.283 pesos, mientras que las consultoras privadas aseguran que el límite de pobreza actualmente es de más de 2.200 pesos mensuales.
Los datos oficiales muestran que las familias más pobres incrementaron sus ingresos en los últimos años, en gran parte por el cobro de la Asignación por Hijo, la jubilación por moratoria y el mayor número de prestaciones sociales. Aun con esos refuerzos, e l mapa de la pobreza no habría mejorado sustancialmente por la suba de los precios , en especial de los alimentos que proporcionalmente más golpea a las familias de menores ingresos.
Además mientras los precios aumentan día a día, los salarios, las jubilaciones y las prestaciones sociales se ajustan cada 6 meses o más.
De esta manera, aunque el incremento compense la inflación pasada, no se repone la pérdida del poder adquisitivo que se produce durante esos meses entre ajuste y ajuste.
Justamente ahora se espera que el Gobierno actualice el valor de la Asignación por Hijo –hoy es de $ 220 por chico— y suba las escalas y el tope de 4.800 pesos que da derecho a los trabajadores registrados al cobro de las asignaciones familiares, porque esas ayudas quedaron deterioradas por la suba de los precios. Más deteriorado quedó la prestación por desempleo que tiene un tope de $ 400.
También los sindicatos con escalas salariales rezagadas están pidiendo un básico de 4.000 pesos con el fundamento de que el costo de vida familiar supera esa cifra: dicen que la canaasta básica ya cuesta $ 5.000.
Fuente: ElClarin
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