Nadie duda hoy que desde hace un buen tiempo nos estamos matando. La muerte anda suelta a lo largo y ancho de este ex país. Cada uno de nosotros tiene reflejado el estigma de la incertidumbre. Y el clima de enfrentamiento-confrontación y desgaste-angustia nos convierte a todos materialmente en enfermos.
De modo que no estamos ante un caso particular. El mal es mucho mayor: estamos ante una sociedad lanzada hacia un ambiente cada vez más lleno de violencia que cada vez implica más actores de la llamada sociedad civil-política y del propio estamento militar. Un escenario que marca similitudes con la guerra civil.
Y la idea hoy no es contribuir a su desarrollo sino más bien al debate que pueda conducir a evitar el camino de la muerte y a abrir los mayores espacios para la vida.
Hasta ahora es innegable que las llamadas revoluciones han sido y son una invitación a la muerte. Indispensable, en consecuencia, ubicarnos en el camino de una historia que permita tocar otros derroteros. ¿Habrá decisión y capacidad para emprender esta tarea?
A esta hora parece un imposible desmontar el actual proceso, llamado revolucionario, comprometido nacional e internacionalmente con el fracaso socialista, con miras a recuperar un proyecto que acumula derrotas desde su propio nacimiento.
Más aún cuando no podemos olvidar que Venezuela dejó de tener existencia real para convertirse en Venecuba, desde agosto del 2004, lo que significa que hay un gobierno compartido. Conocida su enfermedad, se impone determinar si existe en el GP voluntad para crear un camino independiente de las imposiciones emanadas de la burocracia politiquera mayor establecida en la parte insular de Venecuba.
Para esta fecha parece evidente que el GP está atrapado por los tentáculos de un modelo de destrucción que encabeza Fidel Castro y que él ha secundado. De allí que no se ve como viable su cambio de posición y perspectiva.
Sin duda que al dia de hoy, no proponemos el regreso al pasado pero tampoco el presente en el que todos los caminos tienen señal de muerte.
La campanada de la enfermedad del GP tiene que ser correctamente asimilada, tanto por él mismo, como para la totalidad de la sociedad, para que se convierta en motivo de reflexión, no para la polarización sino para superar la realidad impuesta por el modelo venecubano.
Inaceptable crear posiciones a favor o en contra de los males que aquejan al gobernante. Esto nos conduciría a un abismo social e histórico. Y en esto tienen responsabilidad el oficialismo, las oposiciones y el colectivo que no adscribe ni una ni otra de esas posiciones.
Hay que ir a un gran debate nacional que implique todas las corrientes interesadas en obviar el camino de la muerte-confrontación. O acordamos un tiempo espacio para replantear y debatir las diferencias con el objetivo de hallar soluciones o contribuiremos todos a profundizar el abismo de la muerte.
¡No puede ser que una sociedad haga de la muerte y la destrucción sus mayores logros! T: @ablancomunoz
Fuente: Impacto CNA
No hay comentarios:
Publicar un comentario