Hace semanas que Chávez supo que tenía cáncer, pero, igual que Fidel Castro con su enfermedad, manipuló la información por razones políticas, hasta que en vísperas del 5 de Julio dijo la verdad, o parte de la verdad.
Su enfermedad coincide con el entierro de Carlos Andrés Pérez en Miami. Pérez dejaba de ser un cadáver insepulto y Chávez luchaba por su vida.
Chávez gobernó 13 años porque no confía en su sombra, ha ocultado su vida privada como si fuera un Gómez del siglo XXI: los cubanos demoraron 30 años en saber que Fidel tenía 7 hijos y una esposa. Nada sabemos de la vida sentimental del Presidente después de su segundo divorcio.
Chávez es irremplazable, siempre lo ha querido ser: ha sido la fórmula perfecta para mantenerse en el poder, no contar con seguidores capaces de gobernar. En abril de 2002 sólo sus hijas no le fallaron; ellas avisaron a Cuba que su padre no había renunciado, Fidel Castro se movilizó internacionalmente y probablemente también Isaías Rodríguez fue fiel en esa hora aciaga.
Este mes, como cualquier ciudadano, los jefes del PSUV vivieron de rumores. Provoca compasión pensar en la zozobra que han sufrido los supuestos hombres de confianza, la angustia que los comía porque representaban una comedia: fingían estar bien informados, no sabían nada. Ahora, los seguidores del gran domador, del gran provocador para mostrar su autoridad, serán enérgicos, autoritarios, radicales, huirán hacia adelante. Curiosamente, el nuevo Gobierno le envió un mensaje a las grandes empresas, les entregó divisas para repatriar a sus casas matrices, al mismo tiempo inició una ofensiva para quebrar a Globovisión.
A Chávez le falta un heredero legítimo, un Raúl Castro. Ni Diosdado, ni Bernal ni Adán Chávez representan a nuestro Raúl Castro. Los vicepresidentes tampoco han durado en el cargo, a José Vicente, un peso pesado, lo reemplazan Jaua, Alí, Carrizales…
A Chávez lo ayuda la política brumosa. Si cada mañana un médico informara sobre su salud, estaríamos pendientes de su riñón, su intestino grueso: los mitos desaparecen entre radiografías, ecos, diagramas.
Poco antes de morir, a Evita la pasearon por Buenos Aires para que se despidiera de su pueblo; al día siguiente escribieron en las paredes de la ciudad: ¡Viva el cáncer! Murió Evita, Perón perdió el poder. A continuación, en su nombre han gobernado Argentina, un superneoliberal como Carlos Menem, un loco como Cámpora, un político como Kirchner. Ese no será el caso de Venezuela: Chávez no cuenta con un verdadero partido un movimiento obrero como el argentino. El chavismo es un sentimiento.
¿Van a adelantar las primarias? Celebrarlas es de las pocas cosas a la mano de la oposición para fortalecerse. Están locos si no lo hacen.
Chávez comparó su nuevo descenso a los infiernos con el 4-F y el 11 de abril, sólo que esta vez le falta la energía de otros días porque el cáncer o la muerte nos quitan vitalidad.
Nietzsche no sirve de mucho ante una tumba abierta.
No hay gobierno por teleconferencia. Sin Chávez en la oposición aumentaría las tentaciones. ¿Qué unidad se necesita para enfrentar a Nicolás Maduro? Pero, y esa es la gran pregunta, ¿Chávez padece una enfermedad terminal? o ¿le esperan meses de un tratamiento agotador? Por ahora, ¿quién se mete con un hombre en lucha con el cáncer? Montones de gente por Internet.
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