Por: Elizabeth Araujo
En Ciudad Bolívar recibieron con agrado la fecha, porque a las 6 de la tarde de ese día se prendió el primer bombillo, con lo cual entraba en funcionamiento la electricidad en ese estado.
Cincuenta años más tarde, Rómulo Betancourt, otro caudillo pero esta vez elevado por la fuerza de los votos, presidió los festejos del sesquicentenario del 5 de Julio, nada menos que con la inauguración de 23 obras públicas, entre las cuales destacan la creación del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas, el Parque del Este, la Fundación de Ciudad Piar, la apertura de los trabajos de la represa del Guri y del puente sobre el Orinoco, además de los primeros Juegos Nacionales Deportivos, en medio de un escenario que no lucía nada agradable, dado que el gobierno enfrentaba a movimientos insurreccionales.
Llegamos entonces a los 200 años de la Independencia, una fecha redonda y crucial para mostrar a la Venezuela del siglo XXI y ¿que observamos? Una crisis carcelaria de enorme magnitud que paraliza al ministro del Interior y desenfoca al ejército que ayer desfiló con su uniforme de gala y guirnaldas, y no pudo siquiera controlar la revuelta de los pranes.
En lugar de aprovechar la fecha para repasar la obra y pensamiento del Libertador Simón Bolívar, una gran parte de la población le compra al demagogo Elías Jaua el decreto de feriado permanente y asalta las playas en un largo puente en honor a los próceres.
La mitad del país queda atrapada otra vez en las cadenas de radio y televisión, para asistir al retorno de un personaje que maneja hasta los detalles más íntimos de su enfermedad, como si siguiera un libreto de televisión al mejor estilo de Laura Bozo.
Como única obra en homenaje al bicentenario, nos presentan la refacción del bulevar de Sabana Grande, después de cuatro años de incomodidades a comerciantes y transeúntes.
Se trata, en fin, de un bicentenario que da pena ajena. Una fecha que debió utilizarse para exaltar la unidad nacional, y que termina en el balcón del pueblo, con un orador que ahora en adelante nos atormentará con sus relatos de padecimiento y de su batalla contra la enfermedad, pero con un “yo” tan inmenso que es incapaz de articular una oración por la tragedia de El Rodeo o de recordarle a sus ministros qué pasó por fin con el BusCaracas o las 150 mil viviendas para los pobres damnificados, para no mencionar las otras miles de obras que ha prometido y que no ha cumplido.
Fuente: Tal Cual
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