La situación por la cual atraviesa el señor Franklin Brito, cuyo caso no me detendré a describir por cuanto es harto conocido por todos, es emblemático para Venezuela y los venezolanos. La misma es la consecuencia y resultado del odio recalcitrante y enfermizo que, quien usurpa la presidencia de la república, siente contra el país y todos sus naturales.
El señor Brito, desnutrido, cadavérico, convertido casi en un desecho humano, estafado y desposeído, a través de la fuerza bruta, de sus propiedades, pero sobre todo de sus derechos humanos y constitucionales, es la imagen del país. Su esposa, sus hijos y su familia toda, la imagen de todos y cada uno de los venezolanos, quienes más temprano que tarde, hemos de transitar por el mismo camino.
Sí… Que a nadie le extrañe lo que aquí digo. A todos nos tocará perder nuestras casas, pertenencias, derechos y a nuestros propios hijos, quienes serán “asumidos” por el estado comunista y adoctrinados para actuar en contra de nosotros mismos.
Quisiera equivocarme – ojalá así sea – pero veremos morir a Venezuela como al señor Brito, en las manos asesinas de un régimen inescrupuloso y criminal que, día tras día y hora tras hora, entrega el país y a todos nosotros junto a él, en las manos de otro país invasor al cual ha ayudado y patrocinado.
Morirá el señor Brito – lamentablemente e insisto en que ojalá me equivoque – y morirá Venezuela al final de una larga agonía y de una larga huelga de inacción, disimulo, desunión e indolencia. Morirá ante la vista impasible y cómplice de una supuesta y mal llamada “dirigencia de oposición” sentada y anquilosada alrededor de una “Mesa de unidad” que no es otra cosa que una mesa de componendas y trampas urdidas contra la voluntad de los ciudadanos. Una oposición que aparte de generar un comunicado timorato en “defensa” del señor Brito, no se atreve a protestar de manera activa y/o solidarizarse con su causa, como en su momento, algunos hicieron con la huelga de hambre de los estudiantes, frente a la sede de
Y nosotros - aquí me incluyo –, los ciudadanos de Internet y Twitter (¿Cuántos seremos?), seguimos empeñados en una lucha virtual, armados de poderosos “Hashtags” como por ejemplo: #FranklinBritoSomosTodos, mientras el régimen del militarote avanza en la realidad acabando con lo poco que nos queda de país, dejándonos un “candanga” virtual para distraernos.
El resto del país, huérfano de liderazgo y orientación, lucha por la propia supervivencia sin, quizás, haber escuchado nunca sobre Franklin Brito.
Si sólo nos atreviéramos a poner un pie en la calle para defender al señor Brito y a
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