Estamos presenciando la muerte del capitalismo y asistimos al nacimiento del socialismo
Por primera vez en años (los casi 12 de este desgobierno declaradamente castrocomunista) la preocupación ciudadana está tan extendida como la inseguridad, inflación, pobreza y el deterioro general. Pero la angustia no para allí. Pica y se extiende. Tanto como la mancha (derrame) de petróleo que hoy tiñe el Golfo de México. Y se agrava con el paso de los días. Igual que se agudiza el desempleo y la escasez de vivienda, alimentos, medicinas, repuestos y otros bienes y servicios o tanto como rebrotan enfermedades endémicas erradicadas en tiempos de la añorada democracia.
El desasosiego ciudadano crece (se colectiviza, diría la calaña revolucionaria) con la misma intensidad con la que se deteriora la economía, en barrena tras la más reciente arremetida "socialista". El régimen está obsesionado con arruinar a los empresarios privados e implantar el modelo cubano: control total de la sociedad mediante represión y dependencia absoluta de "papá" Estado. Objetivo declarado (abiertamente) por el Hiperlíder Sideral y sus devotos subordinados: "Estamos presenciando los estertores, la muerte del capitalismo en Venezuela y asistiendo al nacimiento del socialismo", proclamó recién Usía.
¿Qué hacer? ¿Luchar o rendirse? La batalla que debe dar la sociedad democrática, con sus personalidades emblemáticas e instituciones representativas (partidos, asociaciones, gremios, sindicatos, academias, etc.) al frente, no es sólo electoral. Antes hay que plantarle cara (con presencia, cohesión y argumentos) a la ilegalidad y el abuso de poder. Hay que hacer algo más que lamentarse, deprimirse, murmurar y resignarse.
No más atropellos, agravios, agresiones, violaciones de las libertades y derechos ciudadanos sin que haya condena pública. Sin que haya reacción colectiva. No más ocupaciones, no más invasiones, no más confiscaciones, no más embates contra la propiedad privada sin que haya el reclamo oportuno. Sin que se ejerza legítima defensa por la propiedad, libertad sindical y el derecho (humano) al trabajo, la salud, la vida y bienes esenciales.
La sociedad democrática con sus representantes debe pronunciarse enfáticamente, primero, en defensa de sus derechos y, segundo, en repudio a esas acciones inconstitucionales, vandálicas y lesivas. Medidas ordenadas por el régimen y ejecutadas por efectivos militares contra distintos centros de producción privados: haciendas, bancos, seguros, casas de bolsa, empresas, negocios familiares, comercios, supermercados y hasta carniceros. Contra la represión a sindicatos, gremios y protestas laborales. Contra los cierres de medios de comunicación y contra la promulgación de leyes para hacer de Venezuela una extensión de la Cuba tiranizada por los Castro.
msanmartin@eluniversal.com
http://opinion.eluniversal.com/2010/05/29/opi_art_bienvenido-el-castro_1912554.shtml
El desasosiego ciudadano crece (se colectiviza, diría la calaña revolucionaria) con la misma intensidad con la que se deteriora la economía, en barrena tras la más reciente arremetida "socialista". El régimen está obsesionado con arruinar a los empresarios privados e implantar el modelo cubano: control total de la sociedad mediante represión y dependencia absoluta de "papá" Estado. Objetivo declarado (abiertamente) por el Hiperlíder Sideral y sus devotos subordinados: "Estamos presenciando los estertores, la muerte del capitalismo en Venezuela y asistiendo al nacimiento del socialismo", proclamó recién Usía.
¿Qué hacer? ¿Luchar o rendirse? La batalla que debe dar la sociedad democrática, con sus personalidades emblemáticas e instituciones representativas (partidos, asociaciones, gremios, sindicatos, academias, etc.) al frente, no es sólo electoral. Antes hay que plantarle cara (con presencia, cohesión y argumentos) a la ilegalidad y el abuso de poder. Hay que hacer algo más que lamentarse, deprimirse, murmurar y resignarse.
No más atropellos, agravios, agresiones, violaciones de las libertades y derechos ciudadanos sin que haya condena pública. Sin que haya reacción colectiva. No más ocupaciones, no más invasiones, no más confiscaciones, no más embates contra la propiedad privada sin que haya el reclamo oportuno. Sin que se ejerza legítima defensa por la propiedad, libertad sindical y el derecho (humano) al trabajo, la salud, la vida y bienes esenciales.
La sociedad democrática con sus representantes debe pronunciarse enfáticamente, primero, en defensa de sus derechos y, segundo, en repudio a esas acciones inconstitucionales, vandálicas y lesivas. Medidas ordenadas por el régimen y ejecutadas por efectivos militares contra distintos centros de producción privados: haciendas, bancos, seguros, casas de bolsa, empresas, negocios familiares, comercios, supermercados y hasta carniceros. Contra la represión a sindicatos, gremios y protestas laborales. Contra los cierres de medios de comunicación y contra la promulgación de leyes para hacer de Venezuela una extensión de la Cuba tiranizada por los Castro.
msanmartin@eluniversal.com
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