"Ha habido reacciones de oficiales contra cubanos, lo que ha precipitado sanciones"
La FAN de hoy
Lo que ocurre en la FAN es una catástrofe. La institución aparece como corresponsable de las acciones del régimen por el compromiso antiinstitucional de algunos de sus miembros con la aventura política de Chávez. Es una tragedia similar, aunque de mayores proporciones, que la vivida por las Fuerzas Armadas con Pérez Jiménez cuando se les atribuyó la responsabilidad de la dictadura, aunque luego hubo reconocimientos al papel de los oficiales que lo depusieron. Pérez Jiménez encabezó un régimen de la institución militar que luego derivó en dictadura unipersonal, pero los militares cargaron con ese bacalao por un largo tiempo.
La quiebra institucional.
Chávez nunca fue un profesional. Era un dirigente político dedicado a conspirar dentro de las FFAA, concebidas como vehículo para sus objetivos salvacionistas. No era un profesional sino un conspirador con suerte. Al contrario del dictador derrocado, su propósito nunca fue el de darle un papel relevante a la institución sino el de convertirla en instrumento de su dominación personal. Para el logro de este propósito necesitaba la fuerza, especialmente la represiva, pero no los valores democráticos institucionales que habrían obstaculizado la aventura.
La defensa del Estado democrático, desvinculación de militancia partidista, obediencia y disciplina, el respeto a las jerarquías establecidas a lo largo de la carrera, son valores que niegan la devoción personalista. La autoridad militar democrática no es cónsona con el autoritarismo porque aquella se basa en reglas previamente instauradas que no dependen de los hígados o de intereses parciales de un jefe político.
El resultado ha sido la destrucción de los valores institucionales y la conversión de la organización en feudos cuya existencia niega la misión militar fundamental que es la defensa de la soberanía. Allí reinan los que tengan el oído del caudillo, sean sargentos o generales, con galones que cuentan menos que su sumisión al jefe.
El haber forzado la identificación de los mandos militares con el proyecto presidencial en cuyo centro está la aniquilación política y social de la disidencia democrática, convirtió a esos mandos en piezas de la acción antidemocrática del régimen. La coartada que usaron esos generales fue decir que había que aceptar las órdenes del Comandante en Jefe porque éste expresaba la voluntad popular; se cuidaron de obviar que tales órdenes solo podían ser aceptadas siempre que se enmarquen dentro de la Constitución y las leyes porque, de lo contrario, los que las obedezcan se convierten en responsables directos de las acciones ilegales que ejecuten. "La obediencia debida" pasó a la Historia como argumento para eludir las responsabilidades y el Estatuto de Roma que sanciona a los represores está allí, esperándolos.
Los Cubanos. La presencia militar cubana, tal como está configurada, es traición a la patria en los propios términos en que se usa la expresión en esta época chavista. Un Gobierno que promueve presencia de oficiales extranjeros en plan de superioridad frente a los nacionales a los cuales atemorizan y que acepta la intervención castrista en materias privativas de venezolanos, incurre en traición institucional y degrada a la oficialidad.
Una de las quejas fundamentales de los patriotas centroamericanos y caribeños a finales del siglo XIX y bien entrado el siglo XX (hasta la década de los 80 en Nicaragua y El Salvador) fue la presencia imperial de los oficiales de EEUU que mandaban sin contemplaciones, con la complacencia de los cipayos. Los cipayos de la Venezuela de hoy son los del grupo que admite a los militares cubanos en la FAN con claros propósitos de dominación política e ideológica.
Ha habido reacciones espontáneas de oficiales venezolanos contra los cubanos, lo que ha precipitado aislamientos y sanciones. Llegará un momento en que la reacción será más colectiva y los del Gobierno no podrán resolverla con el pase a retiro o enviándolos "a su casa" a los que la protagonicen.
Los gobernantes cubanos andan preocupados. Por allí han mandado emisarios para manifestar que su permanencia en el país es producto de sucesivas peticiones presidenciales; sin embargo, no podrán eludir su responsabilidad en el abuso que implica su presencia imperial, política y militar. La importación de un sicario como Ramiro Valdez es traición a la FAN y su precipitada salida es testimonio del repudio de militares y civiles.
El "bono-Rivero" de 40 % a propósito de la denuncia del general Antonio Rivero en relación con la presencia cubana, muestra que el control sobre los militares es frágil y si algo puede soliviantar su ánimo es la entrega de la soberanía al extranjero, sobre todo a un régimen como el de los Castro que fue derrotado militarmente por la institución que ahora doblegan.
Las Milicias. Ya se ha dicho muchas veces que las Milicias y los Cuerpos Combatientes consagrados en la reforma de la ley constituyen el intento de una FAN paralela. La cuestión es que muchos oficiales de las Milicias no van a contribuir a construir un cuerpo militar que niegue a la FAN; eso sólo lo pueden hacer con jefes políticos que no son ni serían tolerados dentro de la Organización. Tal es la contradicción que condena a las milicias a uno de dos destinos: a ser un inútil grupo destinado a los desfiles y a llenar de cubanía la carencia de Sierra Maestra de Chávez, o a ser un conjunto de unidades militares subordinado a los mandos regulares de la FAN y no al PSUV. La Milicia como sustituto de la FAN requiere una transición dura, posiblemente llena de terror dentro de la institución.
Degradación de la conducción. Chávez se comporta como si su papel militar no dependiera del cargo de Presidente. El uso impropio del uniforme quiere poner de manifiesto que su función militar no deriva de su condición de magistrado electo sino de exitoso combatiente que nunca ha sido. Fidel Castro es jefe militar porque se ganó esa condición en la guerrilla; Chávez quiere que la Historia lo homologue a su padrino pero lo que hace es pervertir la lógica institucional de la FAN. Esto explica que oficiales generales, también de manera anticonstitucional e ilegal, aparezcan inscritos en el PSUV. Lo más probable es que ellos no hayan sido los autores sino que tal vez los trataron de perjudicar o algún adulante consideró que hacía una gracia; el episodio revela que límites institucionales se han deteriorado fuertemente.
El Rescate. La FAN no tiene posibilidad de salir de este estado de degradación. Solo podrá hacerlo cuando el mundo civil se decida y tenga la fuerza para lograrlo. La conclusión es que la solución a la descomposición de la FAN no es un problema militar sino de la República civil que, en su momento, apelará a las capacidades de los mejores militares.
www.tiempodepalabra.com
twitter @carlosblancog
http://www.eluniversal.com/2010/05/16/pol_art_tiempo-de-palabra_1900510.shtml
Lo que ocurre en la FAN es una catástrofe. La institución aparece como corresponsable de las acciones del régimen por el compromiso antiinstitucional de algunos de sus miembros con la aventura política de Chávez. Es una tragedia similar, aunque de mayores proporciones, que la vivida por las Fuerzas Armadas con Pérez Jiménez cuando se les atribuyó la responsabilidad de la dictadura, aunque luego hubo reconocimientos al papel de los oficiales que lo depusieron. Pérez Jiménez encabezó un régimen de la institución militar que luego derivó en dictadura unipersonal, pero los militares cargaron con ese bacalao por un largo tiempo.
La quiebra institucional.
Chávez nunca fue un profesional. Era un dirigente político dedicado a conspirar dentro de las FFAA, concebidas como vehículo para sus objetivos salvacionistas. No era un profesional sino un conspirador con suerte. Al contrario del dictador derrocado, su propósito nunca fue el de darle un papel relevante a la institución sino el de convertirla en instrumento de su dominación personal. Para el logro de este propósito necesitaba la fuerza, especialmente la represiva, pero no los valores democráticos institucionales que habrían obstaculizado la aventura.
La defensa del Estado democrático, desvinculación de militancia partidista, obediencia y disciplina, el respeto a las jerarquías establecidas a lo largo de la carrera, son valores que niegan la devoción personalista. La autoridad militar democrática no es cónsona con el autoritarismo porque aquella se basa en reglas previamente instauradas que no dependen de los hígados o de intereses parciales de un jefe político.
El resultado ha sido la destrucción de los valores institucionales y la conversión de la organización en feudos cuya existencia niega la misión militar fundamental que es la defensa de la soberanía. Allí reinan los que tengan el oído del caudillo, sean sargentos o generales, con galones que cuentan menos que su sumisión al jefe.
El haber forzado la identificación de los mandos militares con el proyecto presidencial en cuyo centro está la aniquilación política y social de la disidencia democrática, convirtió a esos mandos en piezas de la acción antidemocrática del régimen. La coartada que usaron esos generales fue decir que había que aceptar las órdenes del Comandante en Jefe porque éste expresaba la voluntad popular; se cuidaron de obviar que tales órdenes solo podían ser aceptadas siempre que se enmarquen dentro de la Constitución y las leyes porque, de lo contrario, los que las obedezcan se convierten en responsables directos de las acciones ilegales que ejecuten. "La obediencia debida" pasó a la Historia como argumento para eludir las responsabilidades y el Estatuto de Roma que sanciona a los represores está allí, esperándolos.
Los Cubanos. La presencia militar cubana, tal como está configurada, es traición a la patria en los propios términos en que se usa la expresión en esta época chavista. Un Gobierno que promueve presencia de oficiales extranjeros en plan de superioridad frente a los nacionales a los cuales atemorizan y que acepta la intervención castrista en materias privativas de venezolanos, incurre en traición institucional y degrada a la oficialidad.
Una de las quejas fundamentales de los patriotas centroamericanos y caribeños a finales del siglo XIX y bien entrado el siglo XX (hasta la década de los 80 en Nicaragua y El Salvador) fue la presencia imperial de los oficiales de EEUU que mandaban sin contemplaciones, con la complacencia de los cipayos. Los cipayos de la Venezuela de hoy son los del grupo que admite a los militares cubanos en la FAN con claros propósitos de dominación política e ideológica.
Ha habido reacciones espontáneas de oficiales venezolanos contra los cubanos, lo que ha precipitado aislamientos y sanciones. Llegará un momento en que la reacción será más colectiva y los del Gobierno no podrán resolverla con el pase a retiro o enviándolos "a su casa" a los que la protagonicen.
Los gobernantes cubanos andan preocupados. Por allí han mandado emisarios para manifestar que su permanencia en el país es producto de sucesivas peticiones presidenciales; sin embargo, no podrán eludir su responsabilidad en el abuso que implica su presencia imperial, política y militar. La importación de un sicario como Ramiro Valdez es traición a la FAN y su precipitada salida es testimonio del repudio de militares y civiles.
El "bono-Rivero" de 40 % a propósito de la denuncia del general Antonio Rivero en relación con la presencia cubana, muestra que el control sobre los militares es frágil y si algo puede soliviantar su ánimo es la entrega de la soberanía al extranjero, sobre todo a un régimen como el de los Castro que fue derrotado militarmente por la institución que ahora doblegan.
Las Milicias. Ya se ha dicho muchas veces que las Milicias y los Cuerpos Combatientes consagrados en la reforma de la ley constituyen el intento de una FAN paralela. La cuestión es que muchos oficiales de las Milicias no van a contribuir a construir un cuerpo militar que niegue a la FAN; eso sólo lo pueden hacer con jefes políticos que no son ni serían tolerados dentro de la Organización. Tal es la contradicción que condena a las milicias a uno de dos destinos: a ser un inútil grupo destinado a los desfiles y a llenar de cubanía la carencia de Sierra Maestra de Chávez, o a ser un conjunto de unidades militares subordinado a los mandos regulares de la FAN y no al PSUV. La Milicia como sustituto de la FAN requiere una transición dura, posiblemente llena de terror dentro de la institución.
Degradación de la conducción. Chávez se comporta como si su papel militar no dependiera del cargo de Presidente. El uso impropio del uniforme quiere poner de manifiesto que su función militar no deriva de su condición de magistrado electo sino de exitoso combatiente que nunca ha sido. Fidel Castro es jefe militar porque se ganó esa condición en la guerrilla; Chávez quiere que la Historia lo homologue a su padrino pero lo que hace es pervertir la lógica institucional de la FAN. Esto explica que oficiales generales, también de manera anticonstitucional e ilegal, aparezcan inscritos en el PSUV. Lo más probable es que ellos no hayan sido los autores sino que tal vez los trataron de perjudicar o algún adulante consideró que hacía una gracia; el episodio revela que límites institucionales se han deteriorado fuertemente.
El Rescate. La FAN no tiene posibilidad de salir de este estado de degradación. Solo podrá hacerlo cuando el mundo civil se decida y tenga la fuerza para lograrlo. La conclusión es que la solución a la descomposición de la FAN no es un problema militar sino de la República civil que, en su momento, apelará a las capacidades de los mejores militares.
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